'El oso que no era' de Frank Tashlin


El oso que no era de Frank Tashlin


Uno de mis más felices descubrimientos del año pasado, fue la faceta como animador y dibujante del director Frank Tashlin. Tal como me ocurrió con el legado culinario de Vincent Price, los cuentos de Frank Tashlin suponen un auténtico tesoro para el que se topa con ellos. El oso que no lo era (The Bear That Wasn’t, 1946)(1) es una fábula crítica y satírica sobre la pérdida de identidad en un mundo en expansión y en una sociedad que busca homologar al individuo. Además de ser un gran cuento infantil, es para mí el adulto, el que se verá más reflejado en la historia, como acostumbra a ocurrir en muchas ocasiones. Se trata de una narración conmovedora y dura, en todo su subtexto. Un hermoso y original relato, de los que calan.
 
Érase una vez, que no lo era...




Frank Tashlin
Frank Tashlin, animador.
Imagen vía  Cartoon Brew


Un hombre orquesta llamado Frank Tashlin. Nacido en Nueva Jersey, con una frenética y nómada trayectoria profesional, dejó su huella en prácticamente todos los estudios que participaron de la llamada Edad Dorada de la animación norteamericana (2). Desde los modestos Van Beuren Studios asociados a la RKO, hasta los Leon Schlesinger Studios –más tarde absorbidos por los Warner Bros. Cartoon Studios responsables de los míticos Looney Tunes–, y pasando incluso por la Disney, Tashlin hizo las veces de guionista, dibujante y director de cortometrajes animados. Su incansable curiosidad y su necesidad de transgredir, se ven reflejadas en multitud de piezas que buscaban, con mayor o menor fortuna, con mayor o menor presupuesto, aportar algo nuevo al emergente mundo de la animación. Algunas de estas asombrosas creaciones están recogidas en este magnífico enlace de la web Cartoon Brew y en este documental titulado Tish Tash: The Animated World of Frank Tashlin. De visita obligada para todos aquellos admiradores del cine de animación y para aquellos que, como yo, estén ávidos de cualquier hallazgo relacionado con el séptimo arte. En este sentido, existe el libro Tashlinesque: The Hollywood Comedies of Frank Tashlin, escrito por Ethan de Seife y que supone una fresca inmersión en toda su carrera.

En 1946, sediento de nuevas experiencias creativas, dejó definitivamente la animación para convertirse en escritor de gags para la Paramount –de las pocas productoras en las que todavía no había recalado–. Los hermanos Marx, Lucille Ball o Bob Hope, fueron algunas de las estrellas que trabajaron con textos de Tashlin. Marcado por su formación en el cine de animación, su enfoque cómico se cimienta sobre la sátira social, en la cultura popular y en la alienación del hombre frente a un mundo que no deja de producir y consumir. Cuestiones sobre las que me detuve en el post anterior y que también preocuparon a los grandes cómicos del siglo XX.





El oso que no lo era es, hoy en día, un clásico de la literatura infantil norteamericana. En él se narra la historia de un oso que, al despertar de su hibernación, descubre que el bosque que le rodeaba es ahora una enorme fábrica. Para mayor asombro, se encuentra con que todos –dentro de este nuevo entorno– se empeñan en convencerle de que es un hombre, un trabajador más. El libro fue escrito e ilustrado por Frank Tashlin en 1946, un año después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. En este contexto, la narración resulta una admirable parábola de su tiempo. A través de la mirada del oso protagonista, el lector se da cuenta del significado de la propia identidad en relación a la percepción exterior. Los roles de la sociedad, del despiadado progreso, incluso el de nuestros semejantes, quedan en entredicho en aras a amoldarnos a un escenario que nos es impuesto. Sobre todo ello nos hace reflexionar, este bello cuento demoledor.

Otro aspecto fundamental que favorece que el mensaje sea mucho más rotundo –si cabe–, es el dibujo. Alejado de la exuberancia y estridencia del color de sus films, Tashlin elabora unas preciosas ilustraciones en blanco y negro, que recuerdan a aquéllas de las tiras cómicas. Su aparente sencillez incrementa su dramatismo y conmueve. Un estilo muy propio y característico, que ya había empezado a desarrollar en 1934, al crear la tira llamada Van Boring (He Never Says a Word), en alusión a su antiguo jefe Amedee J. Van Beuren y que el creador firmaba bajo el pseudónimo de Tish Tash. Otra muestra más de su incorregible vocación satírica.


Van Boring comic strip in 1936 in Los Angeles TImes
Ilustración de la tira cómica Van Boring (He Never Says a Word)
publicada en los Los Angeles Times el 18 de junio de 1936.
Imagen vía Facebook | Van Boring (He Never Says a Word)


El dibujo de los personajes se basa en una técnica que el propio Tashlin perfeccionó, llamada SCOT Art. Dicho método aparece en el libro How To Create Cartoons (1952), afortunadamente compartido íntegramente en la web de Stephen Kroninger. En él se detalla este proceso a través del cual, se puede dibujar cualquier personaje a partir de formas básicas: del cuadrado (square, S), del círculo (circle, C), del óvalo (oval, O) y del triángulo (triangle, T). Et voilà. Como él mismo apunta, “[…] poner una forma encima de otra y crear tus personajes. Es como jugar con bloques al ensamblar estas formas geométricas”(3). Además de funcionar como un formidable manual de ilustración, nos sirve también para conocer un poco más sobre el estilo de dibujo caricaturesco de la época. Buscar otro sinónimo para ‘joya’ a la hora de calificar esta publicación, resulta cuanto menos, absurdo. Sin duda, una ocasión excepcional para transformar nuestras creaciones en auténtico SCOT Art.


Muestra del libro How To Create Cartoons y de la técnica de representación a través de las formas básicas.
Imagen vía Gurney Journey 


Como curiosidad cabe añadir que este relato fue convertido en corto animado por el afamado Chuck Jones(4) en 1967. A pesar de lo que cabría esperar, Tashlin no quedó nada satisfecho con la adaptación de Jones. Tal y como relata en su entrevista con el historiador Michael Barrier, “[…] Al principio, cuando le dicen que es un hombre y él insiste en que es un oso, le ponen un cigarrillo en la boca. La película se destruyó con eso, porque al aceptar el cigarrillo—nunca sabes de dónde lo sacó—, al poner un cigarrillo en su boca, era como si ya fuera un hombre. ¿Entiende lo que quiero decir? Psicológicamente, la película estaba arruinada. A partir de eso, ya no funcionó.” El uso del color y la construcción de las escenas, también la alejan del original. En mi caso, a pesar del talento de Jones, me quedo también con la fuerza de este cuento, en su versión impresa. Podéis echarle un vistazo al corto en YouTube.

El oso que no era fue seguido por dos cuentos más, que tienen el mismo trasfondo crítico y utilizan la idéntica fórmula de contraposición en su título y en su argumento. Estos fueron La zarigüeya que parecía triste (The Possum That Didn’t, 1950) y El mundo que no lo es (The World That Isn’t, 1951), que todavía no he tenido la oportunidad de revisar pues resultan bastante más difíciles y costosos de encontrar. Todo se andará. En cualquier caso, sólo me queda recomendaros este cuento para niños... de todas las edades. Un libro para maravillarse con sus ilustraciones y para recrearse en un mensaje que vale la pena recordar. 






Y es que Frank Tashlin –como el oso del cuento–, sabía que, por mucho que dijeran los demás, tampoco era "un hombre tonto, sin afeitar y con un abrigo de pieles. No, ciertamente, sabía que no era un hombre tonto." Más bien un creador genial, infatigable y sorprendente.



Notas

(1) The Bear That Wasn't. TASHLIN, Frank. 1946. New York: New York Review Books. Texto e ilustraciones del autor. Esta edición en inglés puede adquirirse en Amazon.comEn castellano, existe una edición traducida por la editorial Alfaguara y está disponible en Casa del libro.

(2) Edad Dorada de la animación norteamericana.  Comprende el período de la historia de la animación en Estados Unidos que empezó en 1928 –con la llegada de los primeros cortos animados sonoros– y que continuó hasta mediados de los años sesenta. Durante esta etapa, se vivió la creación de personajes míticos como Mickey Mouse, Bugs Bunny, Popeye, Tom y Jerry, Betty Boop o el Pájaro Loco

(3)  Texto extraído de la página 38 del libro How To Create Cartoons. TASHLIN, Frank. 1952. Los Angeles: SOCTArt Publishing Co. Publicado íntegramente por Stephen Kroninger en la web Drawger.


(4)  Chuck Jones (1912-2002) fue un animador, dibujante, guionista, productor y director de numerosas piezas animadas, siendo las más recordadas las que corresponden a los Looney Tunes y las Merrie Melodies para la Warner Bros. Cartoon Studios



1 comentario :

  1. En Iberlibro se vende una edición actual de THE POSSUM a 4 euros, incluidos los gastos de envío. Es edición inglesa, muy bonita, de Dover Publications. Aconsejable.

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