Grandes clásicos | 'Fuego en la nieve' (1949)

Battleground 1949_Cine Gratia Cinema

Tal y como había anunciado en Facebook y Twitter, empezamos este 2019 de cine con Fuego en la nieve (Battleground, 1949, William A.Wellman), una joya olvidada. Estrenada un 20 de enero de 1949, hoy celebramos su 70 aniversario por todo lo alto. Su debut en las salas de cine fue arrollador y consiguió, durante su estreno, convertirse en todo un éxito de taquilla para mayor sorpresa de su promotora, la MGM y su ilustre presidente Louis B. Mayer. Este último confió a regañadientes en el empeño del productor Dore Schary por llevar a la gran pantalla, una historia escrita por Robert Pirosh inspirada en sus propias experiencias en la Batalla de las Ardenas(1) que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Se trata pues de un relato fidedigno que, a manos de un director del calibre de William A. Wellman, cobra todavía más veracidad, naturalismo y humanidad.


Esta es en mi opinión una de las mejores películas de guerra jamás realizadas, antecedente de otras como Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998, Steven Spielberg) –por su búsqueda de realismo– y que se aleja de cantos patrióticos y narraciones estilizadas. La cinta es eminentemente humana, como casi toda la filmografía de Wellman y se centra en las experiencias individuales de un escuadrón norteamericano durante el asedio de Bastogne en diciembre de 1944. En ese fatídico período, las tropas alemanas cercaron esta pequeña ciudad belga y dejaron aisladas a las unidades de la división 101 del ejército de Estados Unidos, en una de las batallas más sangrientas para los norteamericanos. En las vicisitudes de esos "maltrechos bastardos"(2), como se los denominó, se concentra esta magnífica película.


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Los soldados llegan a Bastogne, Bélgica.

Era el año 1949 y ya habían transcurrido cuatro años desde el final de la contienda mundial. Convencido estaba Louis B. Mayer de que el público de la época no quería más películas de guerra. Isadore “Dore” Schary, nuevo productor en jefe de la Metro Goldwyn Mayer, derivado de la RKO –de la que se había marchado recientemente–, tenía una concepción totalmente distinta. Con el inminente impacto de la televisión sobre la audiencia cinematográfica, Schary abogaba por otro tipo de cine. Un año antes, había adquirido los derechos de Battleground firmada por Robert Pirosh, guionista previamente conocido por sus colaboraciones con George Seaton en dos películas(3) de los hermanos Marx. Su apuesta fue clara, no obstante, vio reducido su presupuesto inicial y grandes estrellas de la época como Robert Taylor quedaron descartadas. En su lugar, el reparto principalmente masculino de Fuego en la nieve consistió en Van Johnson –en el papel que Taylor hubiera interpretado–, John Hodiak, el veterano George Murphy, Ricardo Montalbán, el joven Marshall Thompson y mi gran preferido, James Whitmore que se llevó una nominación a los Oscar como mejor actor de reparto. No nos encontramos ante una película de superestrellas sino que su fuerza recae en el conjunto y, especialmente, en los personajes secundarios. La única intérprete femenina fue la francesa Denise Darcel, con un pequeño papel, que volvió a trabajar con Wellman en la fantástica Caravana de Mujeres (Westward the Women, 1951, William A. Wellman). 


De derecha a izquierda, algunos de los actores de Fuego en la nieveVan Johnson, Jerome Courtland, Douglas Fowley, Don Taylor, George Murphy y, abajo, John Hodiak y Ricardo Montalbán.

Otro impacto que tuvo la reducción del presupuesto afectó de lleno al rodaje. A pesar de que la película transcurre en exteriores, en unas condiciones climatológicas determinantes para su narración, la filmación se produjo exclusivamente en los estudios de la Metro en Culver City(4). El diseñador y decorador de sets Edwin B. Willis y el director de fotografía Paul C. Vogel, quién obtuvo un Oscar por su trabajo en esta cinta, fueron los encargados de obrar el milagro cinematográfico de situar el invierno belga en plena meca de Hollywood. Los platós consiguen transmitir el horripilante e insondable entorno del campo de batalla. Los hombres, sumidos en hoyos cada vez más profundos, aislados y con gélidas temperaturas intentan sobrevivir rodeados por una lúgubre niebla. El asedio se recrudece a medida que avanza el film. Una hazaña digna de mención que, junto con al efectivo esfuerzo de Wellman, lograron finalizar la cinta dos semanas antes de lo previsto y por debajo del importe inicial. 


Soldados alemanes intentan sorprender a los aliados. Se aprecia en este fotograma la  intensa atmósfera que mencionábamos de la película.


















William Augustus Wellman es uno de mis directores más admirados, predilección que comparto con Clint Eastwood, entre otros, uno de sus principales discípulos. Atinadamente apodado “Wild Bill” Wellman, este director norteamericano que participó como piloto en la Primera Guerra Mundial, vivió en propias carnes la dureza de la guerra y fue notorio por sus desavenencias con ejecutivos de Hollywood. Fue un director atípico, un verdadero pionero e innovador que no se centró en un solo género, pero que creó verdaderos referentes en muchos como Alas (Wings, 1927, William A. Wellman) la primera cinta de la historia en ganar un Oscar a la mejor película. Los convencionalismos, la hipocresía y el control de los estudios de la época no iban con él. Muestra de ello es la creación de la historia original, junto a Robert Carson, y su dirección de la primera versión de Ha nacido una estrella (A Star is Born, 1937, William A. Wellman) –de la que presumimos se hablará mucho este año–. Todas sus cintas comparten un mismo rasgo que le unía a su amigo Frank Capra, la pasión por el punto de vista humano. De este modo, la experiencia vital en duras circunstancias, los límites de ésta, su punto de vista enérgico y su autenticidad fueron su marca y seña. 


La actriz Loretta Young visita el rodaje de Fuego en la nieve, a su izquierda Van Johnson y a su derecha, el gran William A. Wellman.

En Fuego en la nieve, tal experiencia es llevada a los extremos de un conflicto bélico que, como hemos comentado, Wellman conocía de primera mano. Fiel a su estilo, nos muestra a sus personajes no como héroes sino como seres humanos reales cuya única aspiración es sobrevivir al infierno, sin grandes ideales ni discursos patrióticos pero con una dignidad que pocas películas de guerra consiguen. La escena final del film es muestra clara de ello, cuando los maltrechos soldados marchan y cantan como los vimos al principio de la película mas con la fuerza de haber superado el horror, de seguir vivos. Vemos en ellos los estragos mentales y físicos de la contienda como en su otra gran película bélica, la anterior También somos seres humanos (Story of G.I. Joe, 1945, William A. Wellman) que le valió a Robert Mitchum su única –válgame Oscar– nominación como mejor actor reparto. No está exenta la película, no obstante, de momentos cómicos que sirven de contrapunto a la tensión final de Fuego en la nieve. Si veis o habéis visto esta película recordaréis una escena con unos huevos. Sólo os diré que valoraréis mucho más la próxima tortilla que os comáis.

Otro punto inusual del film que denota el carácter extraordinario del director es la reflexión, pasada la mitad de la película, sobre el sentido real de la guerra en la que participan. “¿Fue necesario este viaje?”, se pregunta Leon Ames en el papel de capellán del escuadrón. Necesaria es la pregunta, respondemos nosotros y aplicable a cualquier conflicto armado. A pesar de que dicha cuestión se acaba justificando positivamente –aunque sin euforias propagandísticas–, se pone una vez más de manifiesto el punto de vista del director, el punto de vista humano. Lo importante aquí es cómo ellos lo viven, cómo lo sienten.


George Murphy y Marshall Thompson en un trascendente momento del film.

Podríamos hablar largo y tendido de Wellman, uno de los grandes narradores del cine y espero hacerlo en futuros posts. Por ahora, os recomiendo el documental sobre su biografía que podéis ver en castellano, aquí

Espero que os haya gustado este post y estéis deseando ver o volver a ver Fuego en la nieve


Notas

(1) Batalla de las Ardenas
Esta fue la última gran ofensiva alemana en la Segunda Guerra Mundial y una de las campañas más sangrientas para el Frente Occidental. Librada entre Estados Unidos y el Tercer Reich, en el invierno de 1944 a 1945, cogió a los Aliados completamente desprevenidos pues, tras el desembarco de Normandía, daban la guerra prácticamente por finalizada. Fue la resistencia especialmente en la ciudad de Bastogne, Bélgica, la que frustró finalmente la ofensiva.

(2) "maltrechos bastardos"
Los soldados integrantes de la división aerotransportada 101 de Estados Unidos fueron apodados como "the battered bastards of Bastogne".

(3) dos películas de los hermanos Marx
Robert Pirosh colaboró en el guión de Una noche en la ópera (A Night at the Opera, 1935, Sam Wood) y Un día en las carreras (A Day at the Races, 1937, Sam Wood) con George Seaton.

(4) Culver City
Ciudad norteamericana situada en Los Angeles que fue un importante emplazamiento para la producción de cine durante el período clásico así como la sede de los estudios Metro Goldwyn Mayer.

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