Grandes clásicos | 'Gunga Din' (1939)

Gunga Din_Cine Gratia Cinema

Sin lugar a dudas, 1939 fue un año determinante para la historia del séptimo arte. En prácticamente todos los géneros se realizaron auténticas obras maestras que han perdurado en el tiempo y han influenciado el cine posterior. Estamos hablando de Lo que el viento se llevó (Gone With the Wind, 1939, Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood), El mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939, Victor Fleming & otros) o La diligencia (Stagecoach, 1939, John Ford) –por nombrar sólo algunas–, todas estrenadas en 1939. Imaginad las salas de cine ese año... Estrenada un 17 de febrero, hoy nos centramos en un auténtico referente del género de aventuras del que celebraremos su 80 aniversario: Gunga Din (id, 1939, George Stevens). Esencialmente en tono de comedia, esta película combina acción, tensión, camaradería y exotismo de un modo difícilmente superable. Ya desde sus títulos de crédito iniciales sobreimpresionados en un gong, intuimos que el espectáculo va a ser de altura. Y es que esta película representa lo mejor de las superproducciones de Hollywood de la época.

Si habéis leído mi post sobre Raíces profundas, sabréis de mi absoluta devoción hacia George Stevens, para mí uno de los grandes directores del cine clásico, cuya trayectoria cambió profundamente tras la Segunda Guerra Mundial. De esta transformación hablamos en el post mencionado pero, en este caso, Gunga Din pertenece a una etapa anterior, mucho más ligera, en la que el realizador se caracterizó por su dominio de la comedia y del slapstick(1). No en vano empezó su carrera rodando cortos para Stan Laurel y Oliver Hardy. A pesar de que inicialmente debía ser Howard Hawks el encargado de dirigir esta gran producción de Pandro S. Berman para la RKO, fue finalmente Stevens el que tomó las riendas del proyecto. Es difícil imaginar cómo hubiera resultado a manos de Hawks pues, en mi opinión, la forma de entender el cine de ambos es, en esta etapa, muy similar. Para muestra: un diálogo mordaz, la camaradería –de la que luego hablaremos– o la comedia física al más puro estilo de El Gordo y el Flaco o Buster Keaton, con Cary Grant y la elefanta Annie como principales protagonistas de la mayoría de estos gags.




Es precisamente, la interpretación de Grant la que genera los mejores momentos del film. Está absolutamente soberbio como el sargento Archibald Cutter –un guiño, imaginamos, a su verdadero nombre–, en un papel que en principio no le correspondía pues se le había adjudicado el de galán. En una sabia decisión, Grant escogió un rol más cómico y así nos regaló este magnífico despliegue de muecas, respingos, diversión y encanto. A él se unieron el tosco Victor McLaglen como el sargento 'Mac' MacChesney y Douglas Fairbanks Jr. como el cabal sargento Thomas 'Tommy' Ballantine –el papel que inicialmente estaba destinado a Grant–. Juntos forman el trío o grupo masculino protagonista, omnipresente en el género de aventuras de los años 30 con joyas como Tres lanceros bengalíes (The Lives of a Bengal Lancer, 1935, Henry Hathaway), Beau Geste (id, 1939, William A. Wellman) o Las cuatro plumas (The Four Feathers, 1939, Zoltan Korda).

Todas ellas son representativas de un sentido del compañerismo ligado al honor y de una camaradería que en esa época integraba unos valores sin los que sería difícil entender el cine de John Ford o, el ya nombrado, Howard Hawks. Hoy en día quizás todo esto haya quedado algo anticuado, incluso haya quién lo considere ridículo pero, en mi caso, lo encuentro incluso envidiable. Y es que el único papel femenino en Gunga Din –interpretado por la actriz Joan Fontaine–, aquí sí a diferencia de Ford o Hawks, no entiende en absoluto este sentimiento de fraternidad. Eran otros tiempos.


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Cary Grant, Victor McLaglen y Douglas Fairbanks Jr. en Gunga Din.


Otro aspecto del film que hoy en día se vería de forma muy diferente es precisamente la interpretación del actor Sam Jaffe como Gunga Din. Este aguador o bhisti(2) que aspira a ser soldado del ejército británico es el protagonista del poema escrito por Rudyard Kipling en el que se basa el guión. El personaje iba a ser inicialmente encarnado por el intérprete hindú Sabu pero estaba ligado ya a la producción de El ladrón de Bagdad (The Thief of Bagdad, 1940, Michael Powell, Ludwig Berger). A pesar de la diferencia cultural y el obvio uso de maquillaje para oscurecer su piel, la actuación de Jaffe –apartado luego del cine por durante la "caza de brujas"– resulta entrañable pero, una vez más, son sus escenas junto a Cary Grant las que más ternura despiertan.

Muchos de los elementos, de la forma de narrar y estructurar la trama de esta película han sido incorporados en multitud de producciones posteriores siendo su más clara heredera Indiana Jones y el templo maldito (Indiana Jones and the Temple of Doom, 1984, Steven Spielberg). Partiendo, como comentamos, de un poema, debió resultar ardua tarea convertirlo en todo un argumento para un film de dos horas de duración. El primero en acercarse a ello fue el escritor William Faulkner pero el trabajo de desarrollo de la historia corrió a cargo del potente equipo de guionistas formado por Ben Hecht y Charles MacArthur. A ellos les debemos la obra de teatro The Front Page de la que derivaron Luna nueva (His Girl Friday, 1940, Howard Hawks) o Primera plana (The Front Page, 1974, Billy Wilder), entre otras maravillas. Su guión fue posteriormente retocado por Fred Guiol y Joel Sayre que añadieron más elementos dramáticos.




Un acierto de estos últimos fue añadir la secta de los Thugs(3) como los villanos de la trama. Sin duda, Spielberg estaría de acuerdo. Es en la segunda parte del film –la mejor para mí– en la que los vemos en todo su esplendor, o mejor dicho, horror. Aunque la violencia en Gunga Din está atenuada por su constante uso de la comedia, no por ello dejan de sobrecoger las escenas en las que su líder alienta a sus "tropas" o en las que descubrimos las torturas a las que han sometido al sargento Cutter. Si dejamos a un lado las cuestionables representaciones étnicas y de raza en Hollywood a lo largo de su historia y vemos la película por lo que es, un mágico vehículo de escapismo y entretenimiento cinematográfico, será mucho más fácil disfrutar de ella en pleno siglo XXI. Pero, al César lo que es del César.

Parte de esta magia proviene de la maestría y conocida meticulosidad de George Stevens. No somos suficientemente conscientes como espectadores de lo que debió suponer rodar Gunga Din en el año 1939. A pesar de que fue rodada en California y no en la India, Stevens y el equipo de producción buscaron minuciosamente escenarios que fueran lo más similares posibles a los reales y cuando no era posible, recurrieron todo tipo de soluciones para imitar la orografía. Fue sobretodo el desierto de Lone Pine(4) el que acogió la mayor parte del rodaje. Un calor abrasador, unas condiciones climatológicas que afectaban la continuidad de las escenas, los exhaustivos ensayos de las batallas, lluvia, tormentas de arena... Todo ello bien merecería una película aparte pero viene a confirmar una vez más la magia de la que hablábamos. La magia del cine.

Sólo nos queda, una vez más esperar que os haya gustado este post y os anime a ver de nuevo esta joya del género de aventuras que casi sería bonito verla junto con Indiana Jones y el templo maldito para, de algún modo, apreciarlas y saborearlas mejor. ¿A quién le apetece un ciclo de aventuras?




Notas

(1) Slapstick
Es un subgénero de la comedia que nació durante el cine mudo y está marcado por constantes gags físicos en los que los protagonistas sufren diversos accidentes de los que siempre salen indemnes (golpes, caídas, choques, etc.).

(2) Bhisti
En la India, tradicionalmente una comunidad o casta de aguadores que transportaban agua en bolsas de piel de animal. 

(3) Thugs
También conocidos como los thuggee, fueron un culto religioso de la India adoradores de la diosa Kali en cuyo nombre realizaban todo tipo de barbaries. Con la llegada del ejército británico a la India, este culto o secta fue perseguido y prácticamente erradicado.

(4) Lone Pine
Situado en Inyo County, California, este desierto ha sido inmortalizado en el cine en numerosas ocasiones. Destacan El último refugio (High Sierra, 1941, Raoul Walsh), El pistolero (The Gunfighter, 1950, Henry King) o Nevada Smith (id, 1966, Henry Hathaway), entre otras.





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