Grandes clásicos | 'Medianoche' (1939)


Después de la tormenta siempre llega la calma y así, después de los últimos melodramas revisados en este blog saltamos a la comedia. A la comedia con mayúsculas y otra vez al homérico 1939, el año en el que se estrenaron más obras maestras de las que el público podía absorber. Esta, en concreto, es una de las joyas del cine que tuve la suerte de descubrir antes en pantalla grande que en televisión y fue una absoluta revelación para mí. Con un guión firmado por Billy Wilder y Charles Brackett, Medianoche (Midnight, 1939, Mitchell Leisen) supone una vuelta de tuerca al cuento de la Cenicienta, como comentaremos más adelante. Su magnífico reparto encabezado por Claudette Colbert, Don Ameche, John Barrymore o Mary Astor, se ve envuelto en una farsa en la que uno puede pasar de taxista a barón y puede pedir el divorcio a alguien con el que ni siquiera se ha casado. En el universo de Wilder y Brackett todo es posible excepto un diálogo flojo. Un clásico que si todavía no habéis visto, no sabéis lo que os perdéis. Sus calabazas les recogerán a la salida.



Póster original de Medianoche.
Imagen vía Doctor Macro.

Cada Cenicienta tiene su medianoche


Esta es una de las frases que Eve Peabody, el personaje que interpreta Claudette Colbert, recita y que, además de definir el título, es representativo del cine que nació de la mente y la máquina de escribir de Billy Wilder. No sólo eso sino que, en líneas generales, podemos afirmar que todo el cine de Billy Wilder nace, en mayor o menor medida, de los clásicos cuentos de hadas. Encontramos referencias, alusiones e interpretaciones en prácticamente todas sus películas, especialmente aquellas que escribió. El relato de la Cenicienta parece ser uno de sus predilectos pues aparece de una forma u otra en muchos de sus guiones pero de esto hablaremos en nuestro siguiente post. De todos modos, no olvidamos que Medianoche es una película dirigida por Mitchell Leisen, no por Billy Wilder aunque, como también hablaremos a continuación, ganas no le faltaron. Su impronta, en cualquier caso, es indiscutible.

Leisen empezó su carrera como diseñador de vestuario y director artístico y, posteriormente, en la Paramount encontró el éxito como realizador sobretodo de comedias románticas, la mayoría escritas por Billy Wilder o Preston Sturges. Se caracterizaba por su dominio para crear ambientes sofisticados y por su gran dirección de actrices. Para ambos escritores, sin embargo, esos valores estéticos quedaban en un segundo plano frente al diálogo y a la evolución de personajes e historia que habían creado. Sus guiones estaban trabajados al milímetro y el hecho de que Leisen los modificara sistemáticamente de algún modo al eliminar tan siquiera una frase, por ejemplo, hizo saltar al tiempo los fusibles de ambos guionistas. En cualquier caso, a Mitchell Leisen le debemos, sus maravillosas comedias y además el paso a la dirección de Wilder y Sturges. Algo que, por otro lado, parecía inevitable.


Mitchell Leisen y Claudette Colbert en el rodaje de Adelante, mi amor (Arise, My Love, 1940).


Baile de máscaras


Medianoche, como apuntábamos al principio de este post, revela su argumento en clave de farsa. Proveniente directamente del teatro –y es que esta película tiene mucho de representación teatral–, el género o variante de la comedia tiene antecedentes muy antiguos pero fue en la Edad Media cuando se popularizó. Del latín farcire o 'rellenar', se trataba de funciones muy breves, interpretadas como interludio de otras obras dramáticas. Eran en piezas que entretenían y divertían al público a base de satirizar actitudes de personajes y de la sociedad que se pretendían criticar, ridiculizar y denunciar. El engaño y el disfraz son elementos básicos en la farsa, ingredientes muy presentes también en las películas y los guiones de Wilder.

Sin tratarse de una crítica feroz, en Medianoche encontramos una mirada irónica y jocosa a determinados comportamientos entre distintas clases sociales de dudosa moralidad –para la época–. Maridos, esposas, amantes, taxistas, coristas... Todos participan de este baile de máscaras en el que se puede saltar de dudosa cantante a baronesa en un abrir y cerrar de ojos. Sólo es cuestión de cambiarse el nombre y listo. La identidad del ser humano es relativa a sus actitudes y esto es también una constante en cine que surgió del ingenio de Billy Wilder. Hay mucho que tratar en torno a este tema pero esto, una vez más, lo reservo para posts futuros y centrémonos aquí en esta brillante comedia romántica.


John Barrymore, Don Ameche, Claudette Colbert y Mary Astor en una escena de Medianoche.
Imagen vía The Blonde at the Film.

¿Un rodaje de cuento?


Digamos que como alguno de los personajes del film, la filmación de Medianoche tuvo algunas excentricidades y alguna que otra desavenencia que, en absoluto, afectaron el resultado final de la cinta. 

En primer lugar tenemos el enfrentamiento entre Wilder y Leisen, al que hemos aludido al principio de este post. Y es que durante una parte del rodaje Leisen llegó incluso a vetar la presencia de Billy Wilder y de Charles Brackett en el plató, al tiempo que realizó alguna modificación del guión. El libreto de Medianoche, minuciosamente estructurado y rebosante de ingenio, era el segundo del equipo Wilder-Brackett y el primero en incorporar el cambio de identidad tan característico del cine de Wilder. La asociación entre ambos escritores despuntaba, sin embargo, el productor del film Arthur Hornblow Jr. le dio el guión a Ken Englund, también empleado en la Paramount, para que lo mejorara. Algo que no sucedió pues el libreto que Englund reescribió había perdido toda la gracia. Decidió entonces el productor devolverles el guión a Wilder y Brackett para que ellos lo pulieran. Según cuenta la leyenda, se limitaron a mecanografiarlo de nuevo, añadir algún retoque y entregarlo tal cual a Hornblow Jr. que, como podéis imaginar, quedó encantado con el "nuevo" material. Mon Dieu...


Charles Brackett, Billy Wilder y Doane Harrison durante el rodaje de El mayor y la menor.
Imagen vía A Certain Cinema.

A pesar del absurdo periplo del guión, éste tuvo un fiel admirador desde el principio. Nos referimos a John Barrymore que, en aquella época, acostumbraba a sólo recibir las páginas del libreto correspondientes a su personaje pues le costaba recordar sus frases. En el caso de Medianoche, tan encantado estaba con el diálogo de la película que solicitó, a través de su esposa en aquel momento Elaine Barrie –quién también participa en el film–, recibir una copia del guión entero. Debemos decir que durante el rodaje, se servían de pizarras que sostenían miembros del equipo para evitar cualquier descuido. Era algo que Barrymore detestaba pero que los estudios imponían y resulta increíble lo imperceptible que este hecho mientras disfrutas de la película. Barrymore era extraordinario. Está simplemente espléndido y, con letreros o no, se adueña de cada escena en la que participa.

También Claudette Colbert añadió complejidad al rodaje al insistir en fotografiarse únicamente desde el lado izquierdo pues, según indicación de la actriz, favorecía sus facciones y ocultaba alguna imperfección –a su parecer– en el lado derecho. Era aquélla una época en la que las estrellas tenían a ojos del espectador pocos rasgos mortales y desde luego, Claudette Colbert era divina. La química con Don Ameche es innegable, que también está maravilloso. Sus constantes discusiones y conflictos, hábilmente introducidos en el guión,  hacen que su relación y sus reacciones resulten auténticas.





Y colorín, colorado... Espero que con este post, hayáis disfrutado y que descubráis Medianoche, como os he recomendado.




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